sábado, 16 de marzo de 2013

Antonio van Beethoven

Me van a perdonar ustedes, lectores, este brevísimo ejercicio de sinestesia o especulación que me dispongo a plasmar aquí. ¿Antonio van Beethoven o Ludwig Díez? Ésa es la pregunta.

Bien, el asunto que me trae a este recóndito tugurio del ciberespacio es el siguiente: he encontrado similitudes técnicas más que obvias entre los poemas de Antonio Díez y el Concierto para piano "Emperador", de Beethoven. Sí, sé que suena raro, pero esperen y verán.


Supongo que en estos momentos alguno estará ya con una mano sobre el teléfono (si es que su teléfono está cerca de su ordenador o es su ordenador), o buscando frenéticamente el móvil para llamar a la policía y denunciar a nuestro querido Antonio Díez por plagio. Háganlo, háganlo, pequeños creyentes en el tiempo. Yo prefiero abstenerme y pensar que, simplemente, estas cosas pasan.

Por otra parte, tal vez sea yo el único que perciba esta hermosa coincidencia. O tal vez no. Tal vez el fin primero de publicar esto sea que alguna de las personas que me lean me diga si es que estoy loco perdido o él(la) también lo oye.


Al grano. Es bien conocida por toda la grey de analfabueyes que visitan este blog la técnica más llamativa de la poesía de Antonio Díez: la transformación progresiva de un sintagma en uno similar fonéticamente que en realidad no tiene nada que ver, hilando así los más diversos temas en el imaginario del oyente/lector. Para esto, se sirve de una pequeña pausa que tiene algo de picardía. Como esta técnica carece -hasta donde yo sé- de nombre, la llamaré técnica de la locomoción sustitutiva, haciendo un homenaje así a La bruja novata:


...y además porque la sensación que produce es similar a la de ese glorioso momento del cine en el que Eglantine hace que se muevan los zapatos por primera vez. Dejad que me explique con un ejemplo:


En este vídeo hay una locomoción sustitutiva clara entre los segundos 23 y 32 del minuto uno (por supuesto, hay que ponerlo al menos 15 o 20 segundos antes para darse cuenta). Una vez se detecte (es decir, una vez se sepa de qué carajos hablo), no será difícil hallar otras menos obvias a lo largo del vídeo, pero por si fuese necesario, otro ejemplo:


Locomociones sustitutivas que alambican el poema: (00:45-00:50), (00:52-00:57), (1:02-1:06), (1:39-1:44).

Dicho esto, creo que ya todos sabrán a qué me refiero. Pero por si aún falta alguien, diré que las locomociones sustitutivas se pueden detectar fácilmente porque suelen ser los momentos antes de que el público se ría, ya que cuando las oímos solemos tardar unos dos o tres segundos en procesar lo que ha pasado antes de dar rienda suelta a la carcajada.

Antes de seguir, tengo que aclarar que yo no soy musicólogo ni sé mucho de música ni nada por el estilo, así que no me voy a meter en barullos técnicos de los que luego no podría salir. Simplemente, he notado que en ciertos momentos de la obra hay una especie de transporte de las notas que hace que la sensación general que percibimos cambie por completo del mismo modo que lo hacen los poemas de Antonio Díez. Buscando en la partitura, he podido encontrar que el primer momento en que esto ocurre en el Emperador es en el primer movimiento, en el intervalo (14:10-14:20) del vídeo que pondré a continuación. Transcrito en Sibelius, el resultado es éste:


Lo resaltado con rosa es el momento en que se da la locomoción sustitutiva. He aislado el sonido de la voz de arriba sin pedal y con expresividad de máquina:


Y también con el bajo añadido (octavas paralelas):


El vídeo en el que coinciden los tiempos que he dicho antes es éste:


Creo que no es necesario que me extienda más. La similitud aparecerá como obvia -espero- para cualquier lector atento. Si no, es que estoy loco. De todas formas, recomiendo escuchar tranquilamente el Emperador en busca de locomociones sustitutivas, ya que hay varias, sobre todo al final del primer movimiento y a la mitad-final del tercero. Además, esto no es más que una percepción y tal vez sea necesario machacar el cerebro durante horas con los poemas de Antonio Díez y el Emperador de Beethoven (además de, seguro, otras muchas obras que irán revelándose a los oídos de los lectores que -después de leer esto- ya no volverán a ser los mismos) para que la locomoción sustitutiva aparezca ante nuestros ojos en todo su esplendor. Como despedida, un pequeño ejemplo más y... ¡larga vida a Antonio van Beethoven, sincretismo musicalizado de todos los artistas que han existido, existen, y quedan por existir!



(7:05-7:15)


2 comentarios:

  1. No solo Beethoven, Munir, sino prácticamente todos los compositores han empleado esa "locomoción sustitutiva" que tan acertadamente has descrito, y lo hacen a menudo cuando quieren modular (cambiar de tono)manteniendo la pulsación y el ritmo. Quizá el maestro en esto, como en casi todo lo musical, sea J. S. Bach, cuyas partitas para violín solo están plagadas de este fenómeno. Cuando la melodía y la armonía se nutren mutuamente tanto como en la obra de Bach, Beethoven (y de otros, como Haydn, Mozart, Brahms, Tchaikovski, Prokofiev, Schostakovich...), no cambiar el diseño melódico cuando se cambia de armonía es una buena forma de mantener el hilo, o la voz, durante el cambio. O visto desde otro punto, de prolongar el diseño más allá de lo que una sola armonía puede ofrecer.
    Esto tiene bastante que ver con lo que el cerebro interpreta como simetría, arte, etc. en fin, tampoco me voy a enrollar más, que la entrada es tuya, y muy buena, por cierto.

    Solo aplaudir a Antonio Díez por su gran sentido del equilibrio (y del humor), comparable al de Beethoven, y dejar una muestra del dios de la "locomoción sustitutiva", Bach, por supuesto, que era capaz de maravillas como esta:
    http://www.youtube.com/watch?v=lhXHMzSOK5c

    abrazo,
    Pablo

    ResponderEliminar
  2. Gracias Pablo, por aportar la parte técnica que a mí, desde luego, me falta, y por enseñarme algo una vez más :)

    Abrazo.

    ResponderEliminar