martes, 5 de marzo de 2013

2666= Oferta+Demanda+Magia



“El ser humano por naturaleza busca saber”
Aristóteles

1. Introducción



Yo soy de los que creen que el ser humano está condenado de antemano a la derrota, a la derrota sin apelaciones, pero que hay que salir y dar la pelea y darla además de la mejor forma posible, de cara y limpiamente, sin pedir cuartel (porque además no te lo darán), e intentar caer como un valiente, y eso es nuestra victoria”.
    Roberto Bolaño



    Condenado de antemano a la derrota. Este fragento de la cita de Bolaño podría resumir la situación del crítico que afronte un análisis a la gran obra, póstuma, del autor chileno. Una obra que, a pesar de lo que pudiese dar a entender la afirmación inicial, se desenvuelve con una prosa sencilla y cotidiana, que a veces roza lo lírico, como es común en los textos de Bolaño, donde la frontera que linda entre poesía y prosa aparece desdibujada y confusa, y que quizá adquiere solo cierta complejidad en las partes en las que los personajes disertan sobre la literatura y el arte en general.



    Sin embargo, después de leer 2666  uno no puede arrancarse de la cabeza la idea de que hay algo que se le ha escapado. En las más de mil páginas que componen la obra, donde el narrador se pierde en un sinfín de voces, como ya se explicará más adelante, se urde una trama que poco tiene que ver con los múltiples enfoques que nos ofrece la narrativa literaria desde los clásicos. La obra posee, por tanto una importante carga de renovación literaria.

    ¿Cuál es la trama en 2666? Sinceramente, no podemos definirlo. Este análisis surge desde una derrota ¿Qué tienen que ver un grupo de críticos académicos que rastrean los pasos de un escritor alemán perdido; un profesor de literatura en una universidad de Santa Teresa que oye una voz en su cabeza; un periodista negro especializado en luchas sociales, que pelea con su editor por hacer un reportaje sobre muertes de mujeres en México; los informes forenses de las decenas de mujeres asesinadas brutalmente en Santa Teresa y sus alrededores; y la vida de un escritor alemán -con forma de alga- obsesionado con vivir bajo el agua en su niñez? La trama de la novela aparece inicialmente dividida en cinco grandes cauces que, a su vez, se dividen en múltiples voces y que, inevitablemente, han de perder al lector -a menos que éste se asemeje al célebre personaje de Borges, Funes, el memorioso- en un gran corpus de pistas cuyo desenlace no aparece explícito, ni implícito quizás, en la obra. Es por la abundante cantidad de material heterogéneo que encontramos entre las páginas de 2666, por lo que parece inaprensible, sobre todo desde el punto de vista crítico, el sentido total de la obra o la reconstrucción de una trama sólida que entre en los cánones de la narrativa del siglo XX.

    Sin embargo, teniendo en cuenta el sentido último y positivo de la cita, proponemos en este análisis un estudio sobre la obra basándonos en varios puntos de vista para tratar de extraer algunas conclusiones que, ni mucho menos, cerrarán o encontrarán salida a este complejo laberinto de voces, pero que pretenden, al menos, atar algunos cabos.

    En primer lugar se explicarán las condiciones de producción y contexto que rodean a la obra -ya que nos enfrentamos con un libro que no se encontraba completo del todo cuando murió Bolaño-, su relación con la vida del autor y la razón de su estructura. En segundo lugar se tratarán de explicar las tramas y puntos principales de cada una de las cinco partes en que está dividida la novela. Después veremos cómo responden la estructura y las diferentes técnicas engranadas por el autor a la tradición literaria hispanoamericana. Por último, se establecerán las conclusiones obtenidas para dibujar el posible nuevo modelo literario que crea Bolaño a partir de la tradición adquirida y ver cómo han surgido en los últimos años, ya en el siglo XXI, modelos que podrían estar inspirados en algunos puntos que el autor destacó.    




2. Cinco novelas, una novela

 
    Al inicio de la obra nos encontramos con una nota de los herederos de Bolaño que explica cómo el autor dejó instrucciones de publicar la misma en cinco partes separadas. Para poder así asegurar la manutención de sus hijos. El chileno veía próxima su muerte debido a sus problemas de hígado, que acabaron derivando en una insuficiencia hepática que le provocó el coma y la muerte. No obstante, interviene a la hora de publicarla Ignacio Echevarría, amigo del chileno, para anteponer el valor literario al afán práctico del autor, que según el crítico no era su punto fuerte, y se toma la decisión en conjunto -familia y amigos- de publicar la obra en un solo volumen.

   Al final de 2666 nos encontramos con otra nota, esta vez del propio Ignacio Echevarría, que nos aclara algunos puntos sobre los hechos de producción de la novela y que resultan útiles para cualquier análisis. Lo primero que se nos indica es que la obra no quedó completamente acabada, si bien ya estaba muy próxima a su fin. Aunque, por condiciones materiales, el autor desease publicar cinco partes -también apremiado por los editores que le exigían unos textos que ya iban con retraso-, Echevarría nos cuenta que Bolaño se jactaba de estar ante su más “ambicioso y colosal proyecto”, lo cual es un claro indicativo de la unidad que poseían las cinco partes en realidad.

    Si estudiamos la vida de Roberto es fácil encontrar la razón que le llevó a pensar de esta manera. Pese a ser un incansable escritor que dedicó su vida a la literatura desde su más temprana juventud, tuvo que desempeñar todo tipo de oficios a lo largo de su vida -basurero, botones, vigilante nocturno de campamentos o descargador de barcos, entre otros- para no morirse de hambre. Con sus libros nunca ganó demasiado dinero. Algunos de sus conocidos cuentan que esto le obsesionaba y el mismo afirma en entrevistas que tuvo grandes depresiones debido a ello. Podemos pensar que debido a esta mala fortuna literaria que siempre le acompañó, decidió romper su gran proyecto en cinco partes para que éste, rotundamente, produjese ganancias. No carece de valor literario este aspecto. Es un claro exponente de cómo el gigantesco mercado editorial actúa directamente sobre la literatura, moldeándola hasta en las manos de los más bárbaros escritores. ¿Hasta qué punto hubiesen estado más cohesionadas las partes de no haberse producido tales condiciones materiales? No podemos saberlo. Pero sí podemos afirmar que son factores que afectan directamente a la novela y su estructura literaria.

    Echevarría nos muestra también un par de apuntes que realizó Bolaño sobre su obra. Dejó explicitado qué partes eran definitivas, la mayoría, y cuáles estaban aún por revisar. Pero también hizo una serie de apuntes sobre aspectos que no aparecen explícitos entre las páginas. En el primero se nos habla del “centro oculto” de la novela. Este centro oculto, según la nota del autor, yace bajo el centro físico de la misma. Todas las partes acaban en el mismo lugar: Santa Teresa. Esta ciudad inventada responde a la descripción de Ciudad Juárez, frontera con Estados Unidos. Podemos asumir, ya lo hace Echevarría, que aquí se haya el centro físico. Este centro oculto, como ya veremos en la parte correspondiente, quizá tenga mucho que ver con el título, otra de las grandes incógnitas que plantea el libro.

   Pero la nota que más llama la atención es la que hace referencia al narrador de 2666, Arturo Belano, alter-ego del propio Bolaño. Una vez más, como ocurre en sus anteriores novelas, Bolaño va a jugar con la realidad y la ficción, dejándo que se impregnen mutuamente para confundir a los lectores. En la cita, Belano afirma que él, todo lo que acontece en la obra, lo ha vivido. Difícil de creer si tenemos en cuenta la biografía del personaje que es Los detectives salvajes. Si Bolaño estableció una suerte de fusión con su personaje, en la que no sabemos exactamente qué ha vivido el autor y qué pertenece al personaje, podemos suponer que esta fusión también se produce entre Belano y las decenas de personajes que tienen voz en 2666. El narrador se transforma en sus personajes y vive lo que ellos han vivido. Entonces podríamos suponer, basándonos en la fuerte mezcla que se produce entre realidad y ficción en sus anteriores novelas, que uno de los objetivos de Bolaño con su narrativa es borrar la frontera entre la realidad relatada y la ficción. No sería aventurado afirmar en base a esto que todo escrito con pretensión de acercarse a la realidad tiene impregnada inevitablemente la ficción y viceversa. Si esto fuese así, Bolaño nos lo advierte llevándolo hasta el extremo, donde el lector no perciba diferencia entre una y otra.


3. Laberintos de voces. Trama y subtramas

3.1. La parte de los críticos

    Como ya hemos dicho, cada una de las partes se compone de un alto número de personajes, casi tolkieniano, que se cruzan en el curso de la acción para dejar su huella escrita. No obstante aquí nos centraremos en el argumento general nada más y analizaremos a los personajes principales, si bien admitimos que dejamos a varios en el tintero.

    En la primera parte se nos presentan cuatro críticos de literatura alemana – Pelletier, el francés; Espinoza, español; Morini, italiano, el más ausente de los tres; y Liz Norton, inglesa- que se conocen gracias a su afición por un enigmático escritor alemán del que casi nadie sabe nada y de cuya obra apenas se nos dice nada. Este es Benno Von Archimboldi, del que solo se nos dirá que es un gigante, que será el protagonista de la quinta parte. Este círculo que se cierra bien podría ser una técnica del chileno para insertar el thriller policiaco en su vasta obra, ya que los críticos perseguirán incansablemente la oscura y desdibujada sombra del alemán, cuyo contorno está formado por la imagen que proyectan sus libros, hasta la misma Santa Teresa, sin llegar a dar con él. Hasta la quinta parte, el lector no sabrá nada de la vida de Archimboldi después de doscientas páginas de rastreo. En esta primera parte, uno puede observar hasta qué punto la vida de los críticos está dominada por esa figura. Sus trabajos y reconocimientos vienen de la mano de la obra de Archimboldi; su leitmotiv principal es el rastreo, con claros matices detectivescos, de los pasos de este gigante invisible. Rastreo que culminará en fracaso asumido. Surge así un curioso final de derrota que se nos presenta con una naturalidad aplastante. Espinoza y Pelletier, en Santa Teresa, después de haber cruzado el mundo en busca de Archimboldi, se dan cuenta, sin un ápice de dramatismo, de que siempre estarán a la zaga del escritor y no lo van a alcanzar. Esto podría ofrecer una ineteresante reflexión sobre la imagen del crítico literario. Por mucho que este ahonde en la vida del escritor, jamás podrá llegar a conocerle. Lo cual, cuadra perfectamente con el planteamiento literario que propone Bolaño al fusionar su vida con la ficción en su obra.

    Por otra parte, es interesante ver las relaciones que se establecen entre los protagonistas y el medio en el que se mueven. Lo primero es que no existe un terreno físico fijo en la obra. Los espacios saltan de un lugar a otro de Europa y luego a América. La estrecha relación que mantienen entre sí los críticos se alimenta de llamadas telefónicas internacionales y extensos correos electrónicos. También observamos como, paralelamente, Pelletier y Espinoza comienzan sendas aventuras amorosas con Norton que se traducen en numerosos viajes de un fin de semana entre las grandes capitales europeas. Los críticos se mueven a lo largo de Europa de manera sencilla y ágil. El viaje es un elemento importante en la literatura de Bolaño. Podemos afirmar que este elemento cruza gran parte de su obra como eje principal. Esto podría ser analizado como testimonio del mundo cada vez más globalizado. Los escenarios locales se funden entre sí gracias a los numerosos viajes que realizan los protagonistas a lo largo de la primera parte. Más que hablar de numerosos escenarios, podríamos apostar por un solo escenario de carácter mundial. Los críticos tienen medios económicos sobrados para viajar a lo ancho del mundo y este es su escenario. Pero, quizá el detalle más importante respecto al tema venga dado al principio de la descripción de los personajes, cuando el autor hace hincapié en que la voluntad es la característica que más han cultivado nuestros protagonistas. Esta voluntad pura es, quizá, el motor principal de los viajes, del movimiento constante en la obra, y aquello que no los hace desesperar en sus numerosos intentos infructuosos de dar con Archimboldi.

3.2. La parte de Amalfitano  

     

    Aquí se nos presenta la vida de Amalfitano -que ya aparece como secundario en la primera parte-, un profesor de filosofía chileno en plena madurez que formó una familia en España y en el momento de la narración convive con su hija Rosa en Santa Teresa. No sabe la razón que le ha llevado a vivir allí, pero todo apunta hacia su mujer. Lola, a la que conocemos solo a través de sus cartas, huyó en compañía de otra mujer cuando se enamoró de un poeta con el que se acostó en una fiesta. Lola y Amalfitano son dos polos opuestos. Mientras que él se caracteriza por la reflexión y un estado más bien contemplativo, ella es una tempestad en movimiento, que se deja llevar por sus impulsos sin meditar sobre ello, rozando, si no alcanzando y sobrepasando, los límites de la locura. Amalfitano se siente en cierta medida torturado por las idas y venidas y las cartas de su mujer. Esas cartas, en las que la mujer habla de perseguir al poeta, que reside en el manicomio de Mondragón –Leopoldo María Panero, parece ser, aunque no se explicita-, relatándole a Amalfitano todas las aventuras sexuales, de carácter amargo y sucio, que tiene en el camino. Amalfitano no parece comprender la razón de estas cartas y las recuerda con deferencia. A pesar de que admite no saber qué le ha llevado a Santa Teresa podemos intuir que el viaje apunta a huir de su mujer y la tortura a la que parece someterle con sus cartas.

    La relación entre Rosa y Amalfitano es de pura convivencia. Prácticamente son unos desconocidos el uno para el otro. Ambos cruzan frases cortas en su día a día, existe cierta complicidad, pero Rosa desconoce el gran mundo interior de su padre y Amalfitano desconoce lo que hace su hija en sus numerosas salidas. Esto deriva de la relación casi obsesiva que parece experimentar Amalfitano con los libros, a los que presta más atención que a su hija. Sus pensamientos se ocupan en gran medida sobre reflexiones filosóficas  que permiten a Bolaño un terreno estable para introducir el ensayo y la reflexión en la novela. Son abundantes en esta parte las glosas de textos de todo tipo (históricos, filosóficos, literarios) y las reflexiones que estos despiertan en Amalfitano. Aquí aparece la polifonía en esta parte. Pero también establece una obsesión física con los libros. Se obsesiona, por ejemplo, con un tratado sobre geometría que no recuerda haber visto antes y que encuentra en una estantería, tratando de recordar cómo llego hasta ahí. Vemos como esta obsesión crece y toma forma física cuando Amalfitano práctica ejercicios de “escritura automática”, dejando que la mano se mueva sobre el papel sin tratar de controlarla con la mente. Estos dan como resultado figuras geométricas que establecen relaciones entre filósofos y artistas. Si bien estos ejercicios parecen no tener ningún sentido aparente, Amalfitano se obsesiona cada vez más con su estudio, tratando de buscar algo que no sabe lo que es. De nuevo aparece una fuerza de voluntad o determinación que no apunta a ningún objetivo en concreto, simplemente a seguir el camino. La inestabilidad del personaje se hace ya evidente cuando aparece una voz que solo él oye y no parece salir de ningún lado. En una ocasión dice ser su abuelo. Es una voz algo descarada que establece diálogos metafísicos y sobre teoría literaria con Amalfitano. Una voz que le ofrece al chileno las conversaciones que desearía quizá para con los vivos, de los que está realmente alejado. Al final, la voz le resume a Amalfitano que la vida es oferta y demanda -lo físico- y lo demás es magia. Acaba esta parte con el profesor que se sabe en un sueño y no quiere despertar de él.
 
        Esta parte es un contrapunto a la primera. Se desarrolla en un lugar local, Santa Teresa. Pero de nuevo el escenario físico aparece totalmente desplazado, esta vez por el amplio y complejo mundo interior de Amalfitano. El viaje existe en esta parte, pero es un viaje mental que nos traslada al mundo de la imaginación y la reflexión. Un mundo que se mezcla con lo onírico y con el mundo de los muertos. Los libros, al igual que ocurría con la parte de los críticos, aparecen como leitmotiv principal, pero esta vez prevalece el carácter inmanentista de la crítica y no el biográfico. Amalfitano se pierde en los recovecos de la reflexión y el pensamiento y no alcanza nada más que la placidez de estar en ese terreno y no querer salir a la realidad que le espera fuera.


3.3. La parte de Fate


     El protagonista en este caso es Quincy Williams, de seudónimo Oscar Fate, periodista para un periódico de política social centrado en dar testimonio de movimientos y luchas sociales de los negros en Estados Unidos. Aunque bien podríamos decir que el destino -traducción de la palabra fate del inglés-, o su otra cara, el azar, son los protagonistas aquí. Por primera vez los libros en sí dejan de ser un eje principal. Pero no ocurre así con las historias, ya que en este caso se nos presentarán multidud de voces de personajes –un ex-miembro de los Panteras Negras, boxeadores mexicanos, periodistas idealistas o diversos buscavidas de Santa Teresa, entre otros-, que rodean a Fate en su periplo desde Nueva York hasta Santa Teresa y nos muestran la vida como una lucha desde múltiples puntos de vista y actitudes.

    Hablamos de destino o azar ya que esta parte empieza con la muerte de la madre de Quincy, lo cual sume al periodista en un estado de dejadez que lo acompaña durante todo el relato y que hace que el periodista apenas tome ninguna decisión por sí mismo. Más bien acepta todo lo que le viene y se deja llevar por las circunstancias. La voluntad del protagonista aquí no es tan fuerte. Acepta cubrir un combate de boxeo en México que no le interesa, ya que ha fallecido el cronista deportivo del periódico -primer elemento de destino-. Una vez allí se deja llevar por los compañeros del oficio que se encuentra en el otro país, en concreto por un periodista llamado Chucho Flores. Y es Chucho, quien, en realidad, acerca a Fate al desenlace de esta parte y la introducción en los feminicidios en Santa Teresa, que ya aparecían brevemente mencionados en los finales de las partes anteriores. Aquí empieza a dibujarse el contorno del horror que sufren las mujeres en esta franja del planeta. Chucho y sus colegas -reflejo del periodismo acomodado mexicano, donde si no hablas de lo que no tienes que hablar, puedes ascender-, no obstante, tratan el tema con ligereza, hablando de leyendas, y de un misterioso alemán que está encarcelo y al que parecen cargar con los asesinatos, que ya se cuentan en decenas. Pero el periodista que vive en este Fate cansado de todo parece despertar ante estas revelaciones. Tras una discusión con su editor sobre el hecho de preparar un reportaje sobre las muertes, Quiency conoce a Guadalupe, una periodista mexicana que ha acudido a Santa Teresa para hablar sobre las muertes. Esta le habla del silencio de los periodistas y de la desaparición de aquellos que ahondan demasiado en el tema. Ella tiene una entrevista concertada con el misterioso alemán que está encerrado, aunque cree que es un claro chivo expiatorio.

    La relación que une esta parte con la anterior es que a Fate le es revelado el mundo en el que vive Rosa Amalfitano y que desconoce el padre de ella. Nos enseña la otra cara de la hija del chileno. Convive con gente de mucho dinero, que tiene cuanto se le antoja, y vive una vida donde parecen jugar un papel principal las drogas y el sexo. Rosa es la novia de Chucho -de nuevo interviene el azar-, y su relación nos empieza a acercar más a una faceta de Chucho como proxeneta. Nos enseña la cara noctura de Santa Teresa: las drogas, el alcohol desmedido, la violencia, la prostitución, mercados clandestinos de películas snuff. Nada está claro ni explícito, el narrador es ambiguo a la hora de darnos datos sobre lo que ocurre y si realmente estos personajes tienen tratos con los grandes cárteles de los narcos que operan en el norte. Y todo ello parece apuntar, aunque ningún personaje lo especifica, a la muertes de las mujeres. Seducido por la belleza de Rosa, y harto ya de los excesos de los amigos de Chucho, Fate se enfrenta con el nuevo grupo de conocidos y saca a Rosa para llevarla con su padre. En este punto, aparece una faceta que se nos mantenía oculta de Amalfitano. Él intuye que su hija está en peligro. Sabe que viven en un lugar donde la vida y la muerte apenas valen nada. Y, pese a no imponérselo debido a su carácter, desea que Rosa huya de ese mundo. Así, ve en Fate una salida y la deja en sus manos para llevarla a Estados Unidos. En el camino, Rosa, Guadalupe y Fate hacen una parada en el presidio de Santa Teresa para entrevistarse con el gigante alemán. Este aparece y su mera presencia es suficiente para dejar sin preguntas a la periodista. Así, Bolaño, mantiene la intriga respecto a la figura de Archimboldi.


3.4. La parte de los crímenes
   

 
    Esta es la parte más extensa con diferencia de toda la novela y podemos afirmar que el centro de la misma -recordemos la nota de Bolaño donde habla del centro oculto en el centro físico-. Se desarrolla enteramente en Santa Teresa y sus alrededores. El peso de la trama está mucho más repartido entre diversos personajes que en cualquier otra parte del libro. En este caso, el elemento que ofrece continuidad narrativa son los abrumantes informes forenses de cada uno de los más de cien feminicidios que se suceden en la zona entre 1993 y 1997. Son todas mujeres más o menos jóvenes -a veces hasta de nueve años-, que trabajan en las grandes maquiladores recién instaladas por el aparente progreso ecónomico en la zona. Los informes relatan sin pudor el carácter extremo de algunos de los asesinatos. Llegando a figurar verdaderos infiernos de una manera fría y distante. El forense sería más bien una voz en off que cruza las páginas de esta parte.
 
    No obstante, esta parte da lugar de nuevo a numerosas voces que se relacionan con los casos. Algunos ejemplos de ello son el judicial Juan de Dios, encargado de certificar la mayoría de las muertes; el joven policía Lalo Cura, cuya historia atestigua las relaciones entre los narcos, la policía y los chavales jóvenes que reclutan en los pueblos más pobres para convertir en pistoleros o policías corruptos; la vidente Florita Almada, primera voz que parece alzarse en los medios para testimoniar las muertes; Epifanio, voluntarioso policía que contrasta con sus compañeros desganados, y que organiza el arresto de Klaus Haas tras pesquisas realizadas, que lo llevan a relacionarlo con cierto modus operandi más sádico de lo normal; Klaus Haas, el gigante que aparece al final de laparte anterior; o el periodista Sergio Gonzaléz, del DF, y la periodista y diputada del PRI que se reunen para empezar a sacar a la luz las muertes en el resto de México.

    Si prestamos atención nos damos cuenta de que prácticamente todos los personajes y voces que aparecen, exceptuando a Haas, Florita y alguno más, son funcionarios del gobierno. Concretamente, el narrador da voz a un amplio espectro del aparato gubernamental relacionado con la investigación de los crímenes en diferentes niveles. Desde el forense invisible de las autopsias hasta la diputada importante del PRI, pasando por policías de diferentes rangos, abogados y judiciales. Así, Bolaño estructura un espejo que plasma la ineficincia, a caballo entre voluntaria y por torpeza, del gobierno al tratar el tema.

    El Klaus Haas que se nos presenta, si bien sabemos que no es Archimboldi porque es demasiado joven, parece tener una relación con el autor alemán. Él mismo habla de un gigante que va a llegar en un tono misterioso y amenazante. Al entrar en la cárcel se mueve y hace amistades con una facilidad inaudita. Además se dedica a investigar los asesinatos por su cuenta y nos ofrece una nueva explicación a los mismos. Según el, gran parte de los asesinatos corresponden a Daniel Uribe, la oveja negra de una familia que posee negocios a ambos lados de la frontera y relaciones con los narcos que operan en la zona. Por la posición social y el poder de la familia todos parecen ser intocables. En este caso la policía decide llamar la atención sobre una banda llamada “los Bisontes” y la familia desaparece del punto de mira de los medios y la prensa.

    Como vemos, pues, el hilo conductor en esta parte son los asesinatos, que se repiten rítmicamente. Ello sirve de base para relatar, desde diferentes puntos de vista, cómo se trata el tema desde los diferentes aparatos gubernamentales. No hay una conclusion clara sobre los asesinatos. Bandas, narcotraficantes, crímenes pasionales, el posible psicópata Haas o la vida nocturna de las chicas son algunos de los ejemplos que se dan como explicación. El narrador nos ofrece una realidad deformada por las historias, de nuevo recurriendo a la técnica de mezcla entre ficción y realidad.


3.5. La parte de Archimboldi
       

       La quinta y última parte nos mostrara la vida de Hans Rieter, al que ya conocemos como Benno von Archimboldi, desde su niñez hasta el justo instante en que se dirige hacia Santa Teresa, para tratar de ayudar a salir de la cárcel a su sobrino Klaus Haas.

     En este caso sigue existiendo la polifonía pero Bolaño cambia su técnica para insertar las voces. Esta vez el hilo conductor de la trama es Rieter, y más tarde su hermana Lotte. Todo se nos presenta desde el punto de vista de Archimboldi. Todos los desplazamientos que realiza el narrador son hacia personajes que se cruzan en su camino o para dar testimonio de diarios, libroso cartas que él lee.

    Hans Rieter es un extraño niño con una obsesión por el mundo marino -varias veces estuvo a punto de ahogarse por olvidar subir a respirar al entrar en una especie de éxtasis contemplativo cunado sumergía su cabeza- y las algas debido al primer libro que cae en sus manos: Algunos animales y plantas del litoral europeo. Es curioso ver cómo en esta parte el narrador nos explica la realidad tal y como la ve y entiende el pequeño Hans. Una exposición del mundo con un derroche imaginativo que da rienda suelta al lenguaje poético de Bolaño caracterizado por la búsqueda de la ambigüedad.

    Rieter crece en su pequeña aldea aislado del mundo y entra en contacto con Hugo Halder. Joven artista dado a la vida de bohemio. Irá introduciendo a Hans en algunos círculos artísticos. Allí Hans destacará por sus excéntricas opiniones sobre arte. Más tarde la Segunda Guerra Mundial le forzará a servir en el ejército. Primero en Polonia y luego en Rusia, veremos cómo Hans no dispara ni una sola vez su arma y cómo no demuestra ningún miedo a la muerte, caminando tranquilo y pausado hacia las lineas enemigas, como buscando las balas. Pero en esta parte tiene vital importancia el cuaderno de Ansky. Hans lo encuentra en un escondite de libros en una pequeña casa de un pueblo mientras se recupera de una herida de bala. En sus páginas, Boris Abramovich Ansky nos cuenta su historia. Antiguo soldado del ejército rojo en la URSS -paralelismo con Rieter que contribuye a la identificación-, cuando acaba la guerra decide dedicarse a la literatura. Hans descubre en el diario la vida de un autor de ciencia ficción, Efrain Ivanov, completamente obsesionado con el éxito literario, al cual Ansky le acaba escribiendo sus últimas novelas, por las que es condenado a muerte por el régimen estalinista. Bolaño reflexiona largo y tendido en esta parte sobre la relación de literatura, fama y éxito. Ivanov es un personaje deprimido y desgraciado en el fondo, que se sustenta su figura en las apariencias. Este cuaderno parace obsesionar terriblemente a Hans, además en él aparece por primera vez en la vida de Rieter el nombre de Arcimboldo, el pintor italiano.

    Después de la guerra, Hans se ha vuelto más oscuro y meditabundo. Los horrores vividos y leidos, horrores emergidos de las dos grandes potencias europeas, la URSS y la Alemania nazi, parecen haberle hecho alejarse de las grandes ideas. Se empareja con una chica que parece vivir en una realidad mental diferente, con la que mantiene extrañas conversaciones y genera una poderosa complicidad. Durante esta época, Hans vagará de aquí para allá desempeñando diferentes oficios y tomando la resolución de ser escritor. No se habla demasiado de sus novelas, que permanecerán como una incógnita a lo largo de toda la obra. Paralelamente a la decisión de escribir, Rieter decide cambiar su nombre por el de Benno von Archimboldi para ocultar su pasado de soldado. Cuando estuvo en uno de los campos de concentración rusos, asesinó a un general alemán que le relató como se dedicó cobardemente al exterminio de judíos. La única editorial que le acepta es precisamente la que regenta el marido de la baronesa von Zumpe, una antigua conocida de Hans desde su infancia y con la que el alemán inicia una aventura amorosa. La muerte de su novia por tuberculosis hará que Hans decida perderse del mundo aunque siga publicando libros.  Y así ocurre hasta que su hermana Lotte entra en contacto con él para que trate de ayudar a su sobrino Klaus, que se encuentra en Santa Teresa. Sin mostrar sus intenciones, el gigante dirige sus pasos hacia Santa Teresa, el suelo vuelve a retumbar, y la novela finaliza.


4. Bases para la creación de una nueva forma de aproximarse a la literatura

 
    Cómo ya hemos dicho y tratado de demostrar, Bolaño innova, sobre todo con Los detectives salvajes y 2666, a nuestro parecer, al desarrollar una técnica que resulta novedosa en cuanto a las combinaciones que establece.

    En Los detectives salvajes ya se dejaban oir de lejos las pisadas del gigante Bolaño. Obra encargada de dibujarnos los contornos de Arturo Belano y Ulises Lima, imágenes literarias de Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro, a través de las “entrevistas” realizadas por un personaje invisible, del que se podría hablar largo y tendido, a un sinfín de personajes de toda condición que se cruzaron en su camino. En el apartado anterior ya hemos ejemplificado la compleja ramificación de la trama en 2666. Pero hemos de resaltar de nuevo, que esta técnica narrativa se apoya también en una prosa que oscila entre el registro cotidiano, la cara más humana de la historia, y el despliegue poético que parece poseer a los personajes, que imbuye la novela de reflexión y, sobre todo, de poesía. Las narraciones sobre el pequeño Hans Rieter son un claro ejemplo de ello.

    Pero aún así, Bolaño está muy ligado a sus maestros, aquellas lecturas de las que le gustaba hablar. Si vemos las entrevistas realizadas al autor, leemos Entre paréntesis, recopilación de textos ensayos y artículos, o nos adentramos en Un paseo por la literatura, curiosa composición ¿poética?, veremos que el chileno hablaba sin pudor sobre cualquier autor literario. Ha suscitado diversas polémicas entre sus compañeros de oficio por sus opiniones descaradas, pero es verdad que solo ha sido entre aquellos de los que habla negativamente. Sin embargo, vemos como Bolaño es un autor preocupado por dar a conocer cuáles han sido las lecturas que lo han formado como escritor, fuera y dentro de su literatura.

              4.1. Boom y post-boom

    Si estudiamos 2666 comparándola con las dos últimas grandes corrientes narrativas del siglo XX en latinoamérica, el boom y el post-boom, podemos observar como integra técnicas de ambas. Por un lado vemos el experimantalismo radicalizado, más explícito en Los detectives salvajes, que consiste en el desarrollo de la trama ramificado en extremo en numerosas voces independientes entre sí. Cualquier detalle o elemento de 2666 -escritos, cartas, personajes- que aparece en la trama da pie a una historia que se aleja del núcleo principal y en la cual se introduce el narrador de manera sutil. Ejemplos de ello son los numerosos párrafos en los que algún personaje comienza una historia y, sin cambiar la técnica, el narrador se ve desplazado a la propia historia que se nos cuenta, desplegándola más allá de lo que el personaje narra. Ocurre así que uno puede encontrarse leyendo la transcripción de una carta que juega un papel en la historia que un personaje le cuenta a otro, y que realmente nada tiene que ver con la situación inicial que da pie a la inserción de la historia. Además esto se hace mediante un estilo indirecto caracterizado por tal fluidez que introduce numerosas variantes metatextuales sin que el lector se percate apenas de ello. Un claro ejemplo de ello es la historia del cuaderno de Ansky, en la parte de Archimboldi. Desde el cuaderno del soldado ruso, nos vemos transportados hasta los pensamientos y reflexiones más íntimos de Ivanov, que no aparecen explícitos en el cuaderno. Cuando aparece la figura de Ivanov a los ojos de Ansky en el cuaderno, el narrador se desplaza hacia la perspectiva del escritor del régimen, más allá de lo que puede ver o deducir el propio Ansky y, por supuesto, Archimboldi. La mayoría de estas inserciones están orientadas a explicitar la relación intimista de los individuos que toman parte en ellas con su entorno. Vemos así la unificación de dos de las carácterísticas de escritores del post-boom: la estética popular a través del discurso regionalista, la relación del individuo con su medio más inmediato, lejos de las grandes categorizaciones universalistas, la tendencia a la interiorización en un personaje, no totalizadora; y por otro lado, la reflexión y expresión emocional de los personajes, mediante los juegos de narrador, que se introduce subrepticiamente en las cabezas de aquellos que aparecen en escena. Sin embargo el objetivo final de la novela sí apunta a dar una visión global o universal, rasgo típico de la generación predecesora. Si García Márquez con su Cien años de soledad trata de ofrecer una imagen de un mundo entreo desde su creación hasta su destrucción, Bolaño ofrece también una visión globalizada o universal del mundo que relata. Se sirve de un punto de fuga imaginario, Santa Teresa, lugar donde confluyen todas las historias. Pero estas historias se desplazan a lo largo y ancho del mundo con una velocidad vertiginosa. Los personajes se mueven por Europa y América y el escenario, que apunta hacia un lugar mítico, se mueve constantemente. A partir de numerosos relatos interioristas engranados entre sí, Bolaño nos da una imagen internacional, que cruza por diversos escalones sociales en ditintos paises, fraccionada en heterogéneos discursos locales. Es un ejemplo, quizá, del funcionamiento más rabioso de la globalización, que permite que se superpongan en un mismo medio, observemos la prensa de los grandes medios, por ejemplo, discursos de origen fragmentado que otorgan una imagen universalista del mundo.

    Entre la primera generación de escritores de post-boom y su afán experimentalista encontramos cómo se asumen nuevos puntos de vista narrativos al integrar otras formas artísticas en la narración. Ponemos como ejemplo en El beso de la mujer araña de Manuel Puig, donde el cine juega un papel importante en la trama. Se produce un acercamiento entre dos presos opuestos en la misma celda gracias a las narraciones sobre argumentos de películas que realiza uno de ellos. No solo se asume el cine para interiorizarlo en el discurso, sino que este juega un papel crucial en la trama: sin las narraciones de películas no podría darse todo lo que acontece en la novela, forman un núcleo sólido y robusto que cimenta la relación de ambos presos. Es decir, las narraciones de argumentos de películas ocupan un lugar real en la obra. Algo similar ocurre con la inserción de la obra de Archimboldi en la primera parte de 2666. De manera camuflada, pues no se explicita el contenido de ninguna obra, las novelas de Rieter son el motor primigénio, que diría Kant, que provoca todo el movimiento que se da en la primera subtrama. Pero es más interesante ver cómo Bolaño asume también la tradición cinematográfica en la parte de Fate. Esta parte presenta un estilo directo mucho más marcado que las demás. Los personajes y situaciones adquieren un matiz mucho más cinematográfico, próximo quizá a un guión literario, sin perder la forma de narrativa, por su carácter  menos reflexivo y más asociado a la acción. Aunque quizá se trate de una comparación en extremo aventurada, recuerda la parte de Fate a un posible guión de Tarantino a lo Pulp Fiction, donde las conversaciones cotidianas tienen un gran peso y algún matiz filosófico, en una historia compuesta de diferentes personajes que no controlan en absoluto la trama y que confluyen en una explosión de violencia al final.



                4.2. Borges y la filología

    Otra de las grandes influencias que afloran en la obra es, por supuesto, el omnipresente Borges. Se habla explícitamente de él en algunas de las disertaciones literarias de la primera parte sobre todo. Pero más allá de ello podemos observar algunas de las técnicas más desarrolladas por el argentino en 2666, así como en otras obras de Bolaño.

    Un ejemplo claro de ello es la obra del chileno La literatura nazi en América, que pretende presentar una antología biográfica de escritores ficticios adscritos al régimen fascista que operaban desde latinoamérica. En Historia universal de la infamia, Borges realiza anteriormente un ejercicio similar. Ejercicios, ambos, que buscan la verosimilitud copiando las técnicas de citación y datación de los biógrafos para aplicarlas a una amalgama de datos que oscilan entre la ficción y la realidad. Lo mismo ocurre en cuentos como Pierre Menard, autor del Quijote. A lo largo de todo 2666 aparecen mencionados multitud de autores, obras y hechos que pretenden ser históricos, algunos reales y otros no, donde el narrador despliega dichas técnicas en aras de conseguir la verosimilitud. Por ejemplo, se tratan con el mismo rigor la obra O'Higgins es araucano: 17 pruebas tomadas de la historia secreta de la araucania, de Lonko Kilapán, en la parte de Amalfitano, y la producción literaria del autor inventado Efrain Ivanov. Todo ello alude a la pretensión de fusionar la realidad y la ficción entre las páginas de su obra. Esta vez, en luger de servirse de datos biográficos de los personajes, se basa en la citación filológica.

                 4.3. Cortazar

   Cortazar es otro de los gigantes sobre cuyos hombros oteará los horizontes de la literatura Roberto Bolaño. Enrique Vila-Matas, amigo del chileno, dice de Los detectives salvajes que se trata de “un carpetazo histórico y genial a Rayuela  de Cortázar.” Bien podemos afirmar que en 2666 hay temas o estructuras recurrentes que nos pueden recordar al otro argentino. La relación que establece Vila-Matas seguramente apunta al carácter de puzle de ambas obras. Si en Rayuela el lector da con un intrincado puzle de piezas que el mismo escritor estructura de dos maneras diferentes e incita al lector a crear las suyas propias, es decir, a tomar parte activa en la composición le la obra literaria; con la obra de Bolaño ocurre algo similar. En la obra de Bolaño se engrana un puzle en el que cada pieza es un fragmento de información en boca de diferentes personajes orientado a dibujar las siluetas de Lima y Belano. Es el lector quien debe recrear a ambos personajes y sus motivaciones a partir de los relatos, ya que estos sólo aparecen explícitamente al principio y al final de la misma, en un salto temporal.

    En 2666 también nos encontramos con un gigantesco e intrincado rompecabezas en el que, si el lector no toma parte activa, ordenando acontecimientos, relacionando hechos y personajes, que pueden llegar a darse separados por cientos de páginas, no podrá llegar a establecer una trama continua. La trama aparece sugerida en forma de pistas, el lector debe asumir el rol de un detective, si así lo desea, indagar entre lo que le cuentan los personajes, para establecer la continuidad entre unas partes y otras de la novela. El ejemplo más claro son los crímenes de Santa Teresa y sus diversas explicaciones, ciertamente podemos observar cómo hay más verdad en unas que en otras si estudiamos desde qué posición se genera cada discurso. Otro caso es el encuentro de los críticos de la primera parte con la baronesa von Zumpe. Cuando se entrevista con Pelletier y Espinoza, la baronesa dice no saber nada sobre el paradero de Archimboldi, a pesar de estar al frente de la editorial que publicó sus textos. En la quinta parte se nos revela que la baronesa mantiene el contacto con Archimboldi durante su vejez y, por lo tanto, miente a los críticos y contribuye en la primera parte a la creación del misterio alrededor de la figura del alemán.

    Además, existe otro elemento principal que puede dar lugar a ese rol de detective que debe asumir el lector: el título de la novela. Tenemos un lugar como centro físico: Santa Teresa. Sabemos que allí acontecen todo tipo de crímenes atroces y que los culpables permanecen invisibles. Pero, ¿qué es 2666? Si ya tenemos un lugar, lo lógico sería pensar, dado el carácter numérico del título, que se nos hace referencia a una fecha. Y así lo afirma Ignacio Echevarría en la nota que acompaña al texto. Una fecha tan lejana en el horizonte que no se ve, como si estuviesemos en un verdadero desierto. Pero, yendo más allá de la fragmentación de Julio Cortázar, Bolaño sí nos da pistas sobre lo que significa la fecha del libro en otros de sus libros. Concretamente en dos: Los detectives salvajes y Amuleto.  En el primero es la propia Cesárea Tinajero, maestra rural y poeta cuyo rastro persiguen esos detectives salvajes y que aparecerá al final de la novela, al igual que sucede en la nuestra con Archimboldi, quien hace referencia a una nueva revolución que no sucederá hasta pasado el siglo XXII. Más adelante, ya casi al final, conversando con otra maestra, asegura que habra un gran cambio allá por el año 2600. El carácter profético de algunos personajes en Bolaño es recurrente. Auxilio Lacouture en Amuleto, posible metáfora de la propia poesía, es una mujer que habla con un lenguaje críptico y místico. En una reflexión en la obra, de la cual es la narradora, la mujer habla de un cementerio de la fecha 2666, haciendo referencia a él como un cementerio olvidado. Podemos pensar, pues, que 2666 podría ser un principio en los acontecimientos que tendrán lugar en Santa Teresa y que desencadenarían en una gran revolución y un gigantesto cementerio olvidado. Ambas conclusiones son coherentes con la cantidad ascendente de asesinatos y desapariciones que tienen lugar en Santa Teresa sin que nadie haga nada por evitarlo. Así, el verdadero final de la novela desaparece en el horizonte, que sería el año 2666. Pero lo más importante de esto es que, si queremos estudiar la razón del título, Bolaño nos obliga a ejercer de detectives, no ya solo dentro de su novela, sino también en las demás.


    Pero el elemento que más nos puede recordar a Cortázar en el tratamiento interno de la trama es el peso del mundo onírico en la misma: la realidad especular de los sueños. En todas las partes tienen gran importancia los sueños de los protagonistas, que aparecen reveladores, como un tratamiento poético de los problemas y situaciones que acontecen a los personajes. Así, los críticos obtienen revelaciones sobre sus deseos reales en sus sueños, y son estos sueños los que llevarán a Liz Norton a decidirse por Morini como pretendiente final. También son muy recurrentes en el caso de Amalfitano, revelando sus obsesiones por los libros, o en el caso de Archimboldi, que servirán, más que para aclarar la psicología del personaje, para mostrarnos los intrincados y caóticos mecanismos que operan en la cabeza del alemán y que escapan a toda conceptualización. Vemos pues, que el mundo onírico, juega un papel crucial en la novela. Esto puede llevarnos a pensar en algunas culturas precolombinas, sobre todo tribus de indios en el norte de México, como los yaqui, que pensaban en el análisis de los sueños como un método para buscar soluciones a los problemas de la realidad. Esta fusión de dos realidades como espejo, fue llevada a sus más altos niveles por Cortázar. Como ejemplo podríamos citar el cuento de La noche boca arriba, donde un convaleciente en un hospital y un antiguo guerrero azteca que lucha por sobrevivir a una invasión comparten sus vidas soñándose el uno al otro.

                4.4. La muerte y la vida

    El propio centro o núcleo físico de la novela, Santa Teresa, es un lugar donde Bolaño desplegará tres de los grandes temas que atraviesan la narrativa hispanoamericana del siglo XX. Hablamos, en primer lugar, de la herencia de Rulfo y su Comala, el tratamiento de la vida y la muerte. En segundo lugar, los feminicidios, la mujer y su relación con la sociedad como tema, ya abordado por las escritoras de los años 80. Y en último lugar, más aventurado porque el autor no se pronunció respecto al tema, el periodismo literario, que nació con el argentino Rodolfo Walsh y su relación con la corriente literaria que cobró fuerza a finales del siglo XX en latinoamérica: el posmodernismo.

             4.4.1. Rulfo y Comala

     Si recordamos la Comala de Rulfo, obtendremos la imagen de un infierno sobre la tierra. En palabras del primer personaje que hace alusión a ella. Un lugar donde los muertos habitan fuera del tiempo, y que ofrece testimonio de las atrocidades que cometen los poderosos, y que quedan invisibles al ojo de la historia en las situaciones de grandes guerras, la Revolución Mexicana en este caso. Medio siglo después, casi un siglo si tomamos como referencia la Revolución, surge en la literatura Santa Teresa, imagen ficticia de Ciudad Juárez. Como repiten a lo largo de la obra varios personajes que viven allí, Santa Teresa también es el infierno, al menos para aquellos que poseen escasos medios y no tienen un cargo importante en política o pertenecen al narco. Pero no contento con esto, Bolaño nos va a demostrar que estamos en el infierno sobre la Tierra. Más de cien autopsias en las que, por ejemplo, se especifica como han violado repetidas veces a una niña de nueve años por diversos conductos, retratan perfectamente el oasis de horror que es Santa Teresa. Pero además, estos dos maestros tienen en común el uso de un lenguaje sencillo y nada enrevesado, que, cargado de lirismo, oscurece la realidad a ojos del lector con abundantes expresiones abstractas o metafóricas. Podemos afirmar que la frontera entre la vida y la muerte, tan presente como inexistente en la obra de Pedro Páramo, también es casi nula en Santa Teresa, donde según avanza la historia, vemos cómo la vida vale poco o nada en algunos ámbitos. Esta valoración toma forma física durante la conversación que mantienen la diputada del PRI y el periodista Sergio González al final de la parte de los crímenes. Y aquí transcribimos el momento en que la diputada se da de bruces contra la realidad que la rodea al investigar, a través de un detective privado, la desaparición de una amiga que trabajaba como prostituta en fiestas de políticos y narcotraficantes, y verse de manos atadas: “Deje de hablar como si fuera un guía turístico. O mi amiga está viva, y entonces quiero que la encuentre, o mi amiga está muerta, y entonces quiero a los asesinos. Loya sonrió. ¿De qué se ríe?, le pregunté. Me ha hecho gracia lo del guía turístico, dijo. Estoy harta de los mexicanos que hablan y se comportan como si todo esto fuera Pedro Páramo, dije. Es que tal vez lo sea, dijo Loya. No, no lo es, se lo puedo asegurar.” Además de atestiguar el nivel de atención que recibe cada detalle en las historias insertadas en boca de personajes, donde las conversaciones se relatan tal cual, el fragmento muestra una vez más la mezcla de lo real y lo ficticio, esta vez dentro de la propia historia y no en la realidad del lector. Para los personajes de Santa Teresa comienza a desaparecer esa frontera entre la vida y la muerte como si esa zona estuviese en proceso de volverse Comala. Hay que matizar que esto es debido a la arbitrariedad de las muertes. Además, según avanza la trama, se descubren cadáveres más antiguos de mujeres “desaparecidas”.

           4.4.2. La mujer en Santa Teresa

    En su texto Hipótesis de una escritura diferente, Marta Traba realiza un interesante análisis sobre  el compendio de textos literarios escritos por mujeres a partir de la década de los ochenta en latinoamérica, que desde el análisis crítico tradicional son estudiadas con cierta deferencia por sus temas y formas de composición. Basándose en los planteamientos teóricos de Pierre Bordieu en La distinción, postula  el género situado en el lugar de las contraculturas. Para Bordieu, la labor de estas contraculturas, que se encuentran en una posición de inferioridad con respecto a la cultura dominante, es la de crear su propio discurso y atacar con él a la cultura dominante desde esa posición. 2666 dialóga con este género en tanto en cuanto el discurso de las mujeres asume roles muy presentes en la trama, y el tema de la situación de la mujer adquiere un papel nuclear en la obra. Por un lado, si nos atenemos a las carácterísticas de esta literatura -claridad y sencillez, asunción de los roles y valores de la mujer como lugar desde el cual escribir, crítica a la historia oficial escrita en su mayoría por hombres-, todos ellos son perfectamente resaltables en las intervenciones de, por ejemplo, la diputada del PRI, Florita Almada o la abogada de Klaus Haas. Pero ya en el siglo XXI nos encontramos con nuevas voces de mujeres. Mujeres que hablan desde posiciones de poder, y aún así, siguen poseyendo un vestigio de las cualidades expuestas. Y esto es así debido a que Bolaño, en cierto modo, las sitúa en terrenos ideológicos más cercanos a la sensibilidad. Florita Almada es capaz de “sentir” el dolor de las mujeres en sus trances y expresarlo en los medios cuando aún no existe una voz que se alce para dar testimonio de lo que ocurre. La abogada de Haas parece ser la única que cree en la inocencia de su cliente, se enamora de él y lucha por defenderlo. La diputada del PRI, se deja imbuir de cólera y sentimiento de venganza por la pérdida de una amiga. Además demuestra una sensibilidad notable que contrasta con la de sus compañeros de profesión al entrar en contacto con la realidad de las muertes, lo cual hace que decida asociarse con el periodista para empezar a combatirlo. Son mujeres que, ciertamente, hablan desde una posición ideológica más sentimental y menos metafórica. Pero Bolaño otorga a esta posición una cualidad crucial en el devenir de la novela: son las pioneras en tratar de enfrentarse cara a cara con el gigante invisible que crece día a día en el desierto y se alimenta de muertes de mujeres.

    Por otro lado, están los más de cien testimonios forenses de las muertes. Podríamos afirmar que se está dando voz a las mujeres desde su posición de víctimas y muertas. Las verdaderas protagonistas de la parte de los crímenes son mujeres. Y son mujeres cuyas voces son silenciadas, solo hablan a través de sus cuerpos magullados. Más allá de los discursos que producen los vivos sobre los feminicidios, el narrador se desplaza hacia las muertas, y nos otorga su silencioso discurso formado por desgarradoras imágenes. Podemos ver cómo Bolaño establece una suerte de diálogo con las carácterísticas de la literatura femenina si establecemos la comparación. Y va, una vez más, más allá, para crear un discurso de la mujer, contemplado desde un caleidoscopio de espectros que cruzan la vida y la muerte. Si las mujeres de la generación de los ochenta, como indica Mastretta, buscaban abrir nuevas vías de la literatura a través de la expresión de las voces silenciadas por la historia, 2666 recoge esta tradición, actualizándola y vinculando la mujer al poder, y la complementa con un nuevo espectro de voces silenciadas: las víctimas más inmediatas de un atropello que parece no tener fin y que, a pesar de que no lo hayamos explicitado aún en este estudio, se siguen dando hoy en día en Ciudad Juárez, después de diez años desde la publicación de la novela. Son las muertas que hablan a través de sus cuerpos.

       4.4.3. Novela testimonio o periodismo literario


    Por último, y en base a la observación recién expuesta, es evidente que Bolaño pretendia dar testimonio de una situación real. Y no solo eso, sino que esta situación funciona como el centro de toda la trama, junto con la figura de Archimboldi paralelamente. Anteriormente hemos afirmado que  muchas de las carácteristicas y técnicas de composición de la obra están dirigidas a fusionar y confundir realidad con ficción. No obstante, también hemos afirmado que 2666 se compone de elementos muy heterogéneos. Lejos de un tratamiento poético o literario, con un lenguaje frío y burocrático, los testimonios forenses son un claro contrapunto al resto de elemntos de la novela. Y son un elemento recursivo, que se repite sin variar un ápice el tono. Nombres, apellidos, edad, rasgos, ropa, se nos presentan con todo detalle. Tras estos fragmentos se esconde un ejercicio de imaginación, voluntad y determinación para repetir, una y otra vez, variaciones de los mismo. Todo apunta a que, a pesar de la gran preocupación del autor por el carácter literario de su obra, Bolaño elige romper su estilo para denunciar una situación real y que, lamentablemente, se ha descontrolado aún más. Si en 2666, que cubre desde 1993 hasta 1997, nos aparecen más de cien muertas, algunos testimonios periodísticos hablan de que en 2012 se conocen más de 700 asesinatos. Cifras oscurecidas por la realidad que ofrece la ciudad fronteriza. Lejos de tratar de establecer una exposición sobre los diversos factores que operan en la zona dando lugar a la terrible situación, resaltaremos los que explicita Bolaño en su novela. Destaca en primer lugar el hecho de que la mayoría de las asesinadas son, o bien prostitutas relacionadas con el mundo de la noche, o trabajadoras de las recientes maquiladoras que, a partir de los ochenta, producen una verdadera revolución industrial en el desierto de Chihuahua. Ello ha provocado un crecimiento sobrenatural de la población en estas zonas, lo que contribuye a la dificultad a la hora de establecer un censo y control de la población. Además, se hace hincapié en la actividad de los narcotraficantes en esta zona. La frontera del desierto es la vía perfecta para el tráfico de armas y drogas entre EEUU y México, los narcos del norte operan con total impunidad en esta zona en colaboración con la policía, según atestigua Bolaño. El silencio de medios y gobierno también es un elemento a resaltar, así como la ineficacia de los medios de los órganos estatales que no son corruptos. Solo algunas voces aisladas se alzan en el desierto para tratar de ofrecer una vision de esta realidad. En un desierto de muertes, los crímenes pasionales se ven muchas veces tapados por la vorágime y ello contribuye a que muchos hombres decidan camuflar sus arrebatos entre la marea de muertes. Se da voz a todo esto, narrándolo desde el ámbito de lo personal y lo cotidiano en relación a los personajes que toman partido directo en los hechos. Esto es, Bolaño está denunciando una situación social, podríamos decir que ofreciendo un testimonio casi documental, que se funde con lo cotidiano. Y esto nos lleva a pensar en esa rama que oscila en la frontera de lo periodístico y lo literario, de la cual el primer testimonio es la obra Operación Masacre del argentino Rodolfo Walsh (1957). El objetivo de estas obras apunta directamente a la realidad. Buscando una documentación rigurosa sobre hechos que suelen ser silenciados o manipulados por los grandes medios, el escritor busca servirse de la fuerza de la literatura, para acercar y denunciar hechos reales, engranándolos en una narración. A pesar de no ser una de las grandes tendencias en la narrativa hispanoamericana del siglo XX, creo que esta rama posee especial importancia, sobre todo en latinoamerica. En un México donde podemos observar que los medios de comunicación se encuentran al servicio de sus accionistas y no al de la población, son muy necesarios otros caminos que lleven la denuncia social al grueso de la población. Y esta función la cumple a la perfección la obra de Bolaño, sin dejar de lado la faceta literaria. Pero si aunamos este factor, con el deseo expreso de confundir realidad y ficción, podemos observar cómo no solo se denuncian estas situaciones. 2666 explicita cómo la realidad que nos rodea se compone de discursos que, inevitablemente, caen en la manipulación. Lo cual vemos, por ejemplo, en las numerosas explicaciones que se dan a las muertes, todas probables, ninguna contrastable realmente. El posmodernismo, corriente artística que crece desde mediados del siglo XX, nos advierte de que vivimos en un mundo que cada vez se copone más de discursos de otros y menos de realidad en sí. Hablamos de lo que ocurre en rincones del mundo que jamás hemos visitado en base a los discursos que nos llegan desde allí. También se explicita un silencio sobre el tema tratado, no solo denuncia las muertes, atestigua cómo estas son ignoradas por los grandes medios y busca acercarse al discurso más íntimo y el que menos puede mentir: los cuerpos de las muertas.


    Si estudiamos la evolución de Ciudad Juárez tras la muerte de Bolaño en 2003, asusta el carácter profético que comienza a adquirir la novela. Tres años después de la publicación, empieza la guerra del gobierno contra los narcotraficantes que operan en el norte. Sin entrar a debatir sobre la supuesta justificación real de esta guerra, que despierta el rechazo por gran parte de la población, observamos que la cifra de muertes comienza a aumentar exponencialmente. Estadísticas presentadas por organismos internacionales y algunas facciones de la prensa de México dibujan el siguiente cuadro: en 2008, 89 muertas, en 2009, entre 130 y 163 (aquí se explicita el problema de los censos); en 2010, 303 muertas; y en 2011, 188 muertas. Concretamente, estas estadísticas han sido extraídas de artículos del periódico mexicano El Universal, pero si cualquiera acude a buscar información en Internet sobre los hechos, se encontrará con estudios mucho más detallados que dan testimonio de la horrible realidad que se vive en esa zona. Si solo en diez años, lo que denunciaba Bolaño ha aumentado exponencialmente y el gobierno, lejos de acabar con el problema o acudir a soluciones, sigue perpetuando una guerra que hasta ahora ha dejado más muertos civiles que de narcotraficantes o militares, uno puede sentir un estremecimiento al imaginar qué podría llegar a ocurrir en el año 2666.




    Si bien aún es pronto para definir una herencia de esta novela en otros escritores, sí podemos afirmar que Bolaño ha sido pionero en una sub-corriente literaria que está creciando día a día: la literatura sobre las muertes en la frontera EEUU-México. Es verdad que la manera en que ha ido agravándose la situación exigía la atención de la literatura, como todos los grandes problemas. Pero no carece de valor el hecho de que Bolaño viese ya un problema muy grave que iba en aumento para orientar su gran obra directamente hacia él.

    Así, si hoy recorremos México, podemos tener la suerte de encontrarnos con el escritor errante que se hace apodar el: alas: blisset, vendiendo en mano sus libros autoeditados que están orientados a relatar el horror que se vive en la franja. Concretamente, destaca Ciudad Futura, que trata la evolución de Juárez y apunta a que cualquiera de las ciudades que están experimentando el mismo desarrollo industrial desmedido se pueden convertir en el próximo cementerio de mujeres. En el otro extremo, el de los escritores académicos, nos encontramos con la novela Los perros del fin del mundo, del excelente Homero Aridjis. Esta trata el mismo tema con una dimensión que mezcla la magia, la novela negra y los textos precolombinos.


5. Conclusiones


    Hemos estudiado la novela sin tomar un planteamiento teórico único como base, análizándola desde diferentes criterios en base a las corrientes literarias que han ido desarrollándose a lo largo del siglo XX en la narrativa hispanoamericana. La justificación de este planteamiento descansa en la hipótesis de que la obra de Bolaño está concebida como un corpus o amalgama de diferentes técnicas que exigen una diversificación de puntos de vista para poder ser estudiadas.

    Concluimos que la base principal es la de la fusión de elementos de realidad y elementos ficcionales, estructurada sobre una multiplicidad de voces que no ofrecen una verdad, sino numerosas verdades emanadas de cada voz, orientadas hacia los detalles y no hacia una trama general. Es tarea del lector la de usar este material para construir, activamente, la trama que la obra sugiere y no muestra. Con un lenguaje sencillo, Bolaño hace que su obra esté orientada hacia un amplio sector del público. El lector corriente podrá delitarse paseando tranquilamente por los laberintos que crean las voces, disfrutando de la lectura, sin tratar de establecer más conexiones que las evidentes.

   Sin embargo, parece que el chileno también establece un diálogo directo con los críticos. Como ya hemos explicado, la obra está atravesada por numerosos fragmentos que disertan sobre la literatura y la crítica. En su inmensa mayoría podemos entrever un ataque o burla hacia las figuras que se dedican a estudiar la literatura desde las posiciones cultas o privilegiadas. Si tomamos el punto de vista del crítico para afrontar la obra, hemos podido observar dos cosas. Primera, que Bolaño ha creado un laberinto fragmentado que atraviesa más de una obra literaria y cuyo punto de fuga se encuentra en una época y un lugar que no existen: el crítico no hallará una verdad o una solución al problema de la trama. En segundo lugar, que para poder acceder a todos los materiales que se engranan en la obra, el crítico ha de abandonar su corriente posición de un punto de vista o una sola teoría. Debe desdoblarse en diferentes puntos de vista interpretativos, abandonar una posible posición de autoridad que encierre la obra en un planteamiento teórico cerrado. Esto induce a pensar que 2666 desarticula las fórmulas hasta ahora tradicionales de crítica. Por explicarlo de una manera gráfica, es como si la obra fuese un laberinto diseñado para que los críticos se pierdan en ella, sin llegar a una verdad, pero ofreciendo material de sobra para trabajar. Es una manera de plantearle al crítico la búsqueda de conocimiento como un camino a recorrer, en el que uno puede trabajar, sumergirse, y hasta disfrutar, sin tener por qué preocuparse por llegar a concusiones académicas irrebatibles.

    Existe un cierto sentido del humor en el tratamiento de los temas literarios, y de muchos otros, en 2666. Sobre todo, cuando el discurso se dirige hacia las categorizaciones universales o el estudio de textos, Bolaño hace gala de un sentido del humor gratuito, que si bien, no es el centro de la obra, aparece en varios momentos desautorizando los mismos discursos desde dentro. Por ejemplo, al describir a Espinoza y su relación con el sexo leemos: “tenía la desventaja de ser español, es decir, de pertenecer a una cultura que muchas veces confundía el erotismo con la escatología y la pornografía con la coprofagia.” Otro ejemplo es la voz en la segunda parte, que hace aseveraciones del tipo: “Y también has pensado en tu hija, dijo la voz, y en los asesinatoas que se cometen a diario en esta ciudad, y en las mariconas nubes de Baudelaire (perdón), pero no has pensado seriamente si tu mano es tu mano”. O el erudito y estudioso amigo de Hugo Halder, que afirma haber descubierto en los tratados de Kant una demostración de las propiedades lenitivas de la masturbación. Estas y otras pequeñas bromas que se insertan en medio del horror que relata la novela podrían bien ser un espejo de lo que la obra supone para la crítica. Son elementos que resaltan el humor ante la tragedia, como salvación última, y podrían hacer pensar la obra de Bolaño como una gran carcajada dirigida hacia la literatura y la crítica. Una gran carcajada que resuena en en un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento.



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