jueves, 8 de septiembre de 2011

La ciudad y los perros

En mi opinión, la mayor ventaja que tiene la novela frente al relato es que permite empatizar a lo largo del tiempo con los personajes y hacernos sentir más profundamente cualquier cosa que les pasa. Aunque algunos autores -véase Tolstoi- nos consiguen estremecer con las hazañas de los personajes de sus relatos, no se puede negar que cuando uno puede conocer la historia de los personajes en vez de tener que "intuirla" o "darla por hecho" como en un cuento, la capacidad expresiva de éstos aumenta. Sin embargo, cuando uno elige escribir una novela en la que los protagonistas son niños, obtiene a la vez ventajas y desventajas.

Para empezar, en una novela "de niños" -pero para adultos- todo lo que pasa se suele considerar como un reflejo en miniatura de la realidad que realmente tendría la capacidad de estremecernos, y esto en sí ya tiene dos caras: por una parte, es más fácil describir cada situación, y además todo obtiene un nivel adicional de simbolismo al ser un trasunto de otra realidad, pero no podemos obviar el hecho de que una acción "miniaturizada" jamás podrá sacudirnos del mismo modo que la acción que representa. Así, en La ciudad y los perros no es raro hallar episodios que se supone son de extrema violencia, como se dice en la sinopsis de la edición de Alfaguara, pero que apenas nos causan un escalofrío, como la orgía homosexual en la garita de Paulino, por ejemplo. En general, se nota mucho cuando Vargas Llosa pretende hacernos sentir algo y falla, quiero decir, se nota "el cristal" que hay entre la realidad narrada y nosotros aunque, claro, esto no hace que no sintamos nada ante las escenas representados ni que la novela sea una novela fallida.

Otra desventaja de "trabajar con niños" es que uno tiene que adaptarse a su forma de ver el mundo y de expresar su experiencia lingüísticamente. Esto, por ejemplo, me parece que está bastante bien logrado excepto en el caso del Jaguar, que parece un adulto y cuya madurez no se justifica a través de su historia1.

Hablando del Jaguar, me parece indispensable indicar un par de datos. Para empezar, la estrategia de ocultarnos quién es el protagonista de esa narración que cruza la novela de principio a fin me parece magistral... de lo menos predecible del libro. Por otra parte, la similitud entre el pasado del Jaguar y el presente del Esclavo es demasiado evidente, demasiado forzada, y el intento de aunar esos dos contrastes, de mostrar cómo un ser inocente puede convertirse en una bestia por la necesidad de sobrevivir y de cómo si no se transforma, literalmente, muere, es demasiado obvio, demasiado evidente como para hacer que interioricemos ese cambio.

En cuanto al estilo, al principio no es del todo fácil "captar" a Vargas Llosa, pues la imbricación de recuerdos, sensaciones, frases cortas, e incluso la narración simultánea de varias situaciones hacen compleja la lectura. Sin embargo, de este modo se propicia que nos sumerjamos profundamente en el libro y a veces logremos esa maravillosa sensación de levantar la cabeza y darnos cuenta de que hemos estado dos horas leyendo sin saberlo.

En lo tocante al argumento, que en general me parece bastante predecible, he de señalar un punto que me ha disgustado profundamente. Yo sostengo que, para lograr una buena narración novelística, hay que situarse en el limbo que hay entre el argumento mínimo típico en Chéjov o en Jarama y el puro argumento que hallamos en la novela policiaca, a no ser que se vaya a hacer una novela exclusivamente argumental, experimentar con la ausencia de argumento, o que, como Bolaño, uno sea capaz de deformar el concepto de novela policiaca hasta el extremo en que ya ni se reconozca. Sin embargo, creo que La ciudad y los perros no se puede ubicar en ninguno de esos tres ámbitos, y que, por lo tanto, peca de abusar del motor argumental que genera la muerte del Esclavo. Por supuesto, desde que éste muere ya se sabe que es un pretexto para seguir con la novela, que nunca sabremos con seguridad quién lo mató. Tal vez para quien no perciba este hecho con anterioridad, la novela puede sorprender a este respecto, pero para los que sí lo hagan parecerá una técnica argumental demasiado obvia y simple como para sorprender.

Otro detalle, que no se puede llamar defecto siquiera, es el exceso de protagonismo del Poeta y del Jaguar. No es que eso esté mal, pero si Vargas Llosa se hubiese contenido y no hubiese dado tanto protagonismo al personaje escritor, algo que siempre es tentador, hubiese constituido un sorprendente precedente al pensamiento rizomático y su aplicación en la literatura que luego encontraremos en 2666.

Un pequeño "gazapo" que me ha parecido encontrar y que señalaré con el deseo de equivocarme y que alguien me corrija es que, sabiendo Teresa que el Jaguar es leonciopradino y que el Esclavo y el Poeta lo son también, ¿no es extraño que aquél no sepa nunca nada de la relación que tuvo con éstos, máxime cuando ella hace una referencia a "un chico de Miraflores" que deja claro que estuvo con Alberto?

En fin, me ha parecido una novela buena, que he leído a pesar de que ciertas declaraciones de su autor me echaban para atrás (pero bueno, hay que separar autor y obra, ya sé) y, en general, si me tuviese que quedar con una sola cosa, creo que elegiría la extraña estructura "espiral" que tiene, en que cada episodio -acotado entre saltos de línea- va avanzando como una especie de sucesión 1/x (cuando x->infinito, claro) hacia un centro que no se puede estipular en la novela, y que tal vez sea la muerte del Esclavo o el final físico de la misma, pero siempre rodeándolo sin tocarlo, insinuando la estructura a su alrededor. Con todo lo bueno y malo que he dicho acerca de ella, en balance recomendaría leer esta novela y que cada uno saque sus propias conclusiones.




1. Conste que yo no tengo apenas experiencia con niños, lo único que quiero dejar claro es que a mí personalmente Vargas Llosa sí me ha conseguido engañar, y me ha sumergido en la novela. Es posible que a alguien más avezado en psicología infantil le parezca pueril la forma de representar a los niños, pero yo prefiero hablar sólo de lo que sé.

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